La respuesta sencilla a (muchas) objeciones socialistas al capitalismo — Chris Freiman
Traducción del artículo originalmente titulado The Simple Reply to (Many) Socialist Objections to Capitalism
Consideremos tres objeciones socialistas comunes al capitalismo, es decir, un sistema económico caracterizado por la propiedad privada de bienes productivos:
(1) Los empresarios capitalistas explotan la vulnerabilidad económica de sus empleados. Los empleados se ven obligados a aceptar salarios bajos y malas condiciones de trabajo porque su única alternativa es morirse de hambre, o algo parecido.
(2) Los trabajadores carecen del tiempo y los recursos necesarios para un ocio adecuado.
(3) Los centros de trabajo capitalistas son pequeñas dictaduras y deberían sustituirse por cooperativas de trabajo democráticas.
Nótese, sin embargo, que cada una de estas objeciones puede abordarse dentro del capitalismo simplemente complementando los ingresos de los trabajadores con transferencias de efectivo financiadas por el Estado, tal vez en forma de una renta básica universal (RBU) o un impuesto negativo sobre la renta (aquí dejo de lado la cuestión de lo convincentes que son estas objeciones al capitalismo sin tales transferencias).
En respuesta a la objeción de la explotación, una RBU da a los trabajadores una opción de salida efectiva en el caso de que estén siendo maltratados por su empleador. Tendrán cubiertas sus necesidades básicas en caso de que renuncien y decidan buscar trabajo en otra parte; además, será menos probable que acepten un trabajo que ofrezca malas condiciones laborales en primer lugar.
Un salario mínimo también permitiría a alguien dedicar menos tiempo al trabajo y más al ocio. Y un trabajador siempre puede utilizar los ingresos adicionales para comprar tiempo libre pagando a alguien que le lleve la compra a casa, le corte el césped, etc.
Por último, los trabajadores podrían utilizar sus recursos adicionales para financiar cooperativas democráticas si prefieren ese sistema a trabajar por un salario de un empresario capitalista. Las personas que prefieran trabajar a cambio de un salario de un empresario capitalista seguirían siendo libres de hacerlo, por supuesto.
Lo que quiero decir con esto no es que debamos seguir adelante e institucionalizar la RBU; después de todo, hay razones que lo desaconsejan. Por ejemplo, podría preocupar que ralentizara el crecimiento económico, lo que podría traducirse en menos ingresos para los trabajadores a largo plazo. Lo que quiero decir es que muchas (aunque no todas) las objeciones socialistas al capitalismo no son en realidad objeciones al capitalismo como tal; se pueden acomodar reformando las instituciones capitalistas existentes en lugar de sustituirlas por completo.